sábado, 14 de marzo de 2009

Los vagones de la "des-sonrisa" torcida

Día tras día, la gente vive en una constante rutina, que pocas veces es capaz de llevar algún tipo de emoción.
Puedo verlo, todos los días. Tras la caminata existente entre mi casa y la estación, subo al primer vagón. Mirando de reojo, sólo consigues ver la gente seria, perdida en sus pensamientos, otros, aprovechan el viaje para descansar, otro incluso para comer, con su taper bien preparado. ¿Ni de esas cosas básicas tenemos tiempo de disfrutar?
Y yo, me uno a ellos, dejando a mi mente divagar por mis pensamientos, acompañada de mi inseparable música o sumiéndome dentro del sueño de mis novelas favoritas.

Una vez abandono el primer vagón, me encamino al segundo, a través de una estación vieja y deteriorada. Aquí cambia un poco la situación: la gente aparte de ir con su "des-sonrisa" va acompañada de el estrés y las prisas. El segundo vagón llega, con su pesado ruido y pitido, haciendo que el estrés y la rapidez se adueñen más aún de la situación. Una vez más, mi mirada solo es capaz de captar a las caras serias, adornadas con profundas ojeras de los pasajeros.
Pocas veces encontré alguna situación distinta, pero es normal si viajas todos los días laborables en las horas puntas.

Suena de nuevo el insoportable pitido.

Ha llegado a su destino, la hipocresía, fin del trayecto.

2 comentarios:

  1. Es lo que tiene el transporte público en las grandes ciudades y sus zonas adyacentes. Aqui en Granada es tres cuartos de lo mismo... hasta el punto de que a veces en lugar de coger el bus, volvemos andando algunos compañeros y yo, por romper esa rutina (y por ahorrar bonobus, que todo hay que decirlo xD)

    Animo.

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  2. Yo también iría andando, si pudiera XD

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